La música vocal de Vivaldi a menudo exige de los cantantes un virtuosismo propio de los instrumentos. Es, por esta razón, uno de los repertorios más espectaculares y exigentes del Barroco, que encuentra una herramienta de expresión natural en la voz de los contratenores. Aunque compuso alrededor de cincuenta óperas, Vivaldi escondió algunas de sus mejores páginas vocales en obras religiosas como el motete Nisi Dominus, compuesto en Venecia en torno a 1717 y en el que la viola d’amore —instrumento que tocaba Vivaldi— tiene un papel destacado; o el célebre Stabat Mater, que describe el lamento de María a los pies de su hijo ejecutado.