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“Conflictos y reconciliaciones”: el maestro Kalitzke dirige a la Sinfonietta de la Escuela Superior de Música Reina Sofía

MARÍA PÉREZ ÁVILA

La Sinfonietta de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, que nació en febrero de 2011 gracias a la colaboración de la Fundación BBVA, interpretó este jueves 19 de abril el programa titulado Conflictos y reconciliaciones, dirigido en esta ocasión por el maestro alemán Johannes Kalitzke (Colonia, 1959), en el Auditorio Sony de la Fundación Albéniz.

19 abril, 2018

Concierto

Conflictos y reconciliaciones

Sinfonietta de la Escuela Superior de Música Reina Sofía

Para el maestro y compositor alemán Johannes Kalitzke (Colonia, 1959) su función a la hora de trabajar con una pieza de música contemporánea es la de hacer de “mesa de mezclas”, ya que un director tiene que buscar el equilibrio entre los sonidos y llevar la dirección de la pieza.

“En la música contemporánea no hay tradición, así que primero hay que leer el texto analizándolo”, explicó Kalitzke durante el ensayo previo al concierto “Conflictos y reconciliaciones” interpretado por la Sinfonietta de la Escuela Superior de Música Reina Sofía en el Auditorio Sony de la Fundación Albéniz, en Madrid.

En su opinión, la diferencia entre preparar un concierto de música clásica y uno de música contemporánea es que la primera “todo el mundo la conoce” por tradición. En esos casos, un director debe preguntarse sobre su propio estilo, su técnica y cómo interpretarla de forma distinta otros directores. Sin embargo, en la música contemporánea hay que equilibrar los sonidos y dar a la pieza una dirección para que no resulte aburrida al público. “Aquí las notas son muy precisas, no funciona si la gente sólo toca lo que está leyendo, hay que pensar en la dirección que lleva la música”, sostuvo.

El programa que se interpretó estuvo constituido por tres obras: A la memoria de…, compuesta por Luis de Pablo expresamente para la Escuela; Sinfonía de Cámara, de Gavriil Popov y el Triple Dúo de Elliott Carter. Kalitzke describió la primera de ellas como “un réquiem, muy calmada”. “Habla de la muerte y del más allá, hay que buscar la atmósfera adecuada para tocar esta pieza”, aseguró.

En cuanto a la pieza de Popov, el director explicó que es “muy grotesca”. “Es de la fase futurista del Expresionismo ruso, está escrita como una pieza clásica pero tiene que ser interpretada de una forma muy exagerada”, añadió el director.

Con respecto a la de Carter, Kalitzke comentó que “tiene una técnica extremadamente complicada”. “Tiene modulaciones métricas, lo que significa que hay distintas velocidades al mismo tiempo y los músicos se tienen que sincronizar”, señaló. Como el título de la pieza indica, se trata de tres parejas de músicos que, según puntualizó el director, deben tocar a velocidades distintas.

Esta última obra es la que principalmente ha inspirado el título del programa. Aquí el compositor hace una traslación musical de lo que pueden ser las relaciones de parejas –entre dúos– con sus conflictos y reconciliaciones. No obstante, en las otras dos piezas del concierto también puede reflejarse esta idea. A la memoria de… trata el conflicto por excelencia, que es la muerte; y Sinfonía de Cámara relata el conflicto que vivió el artista cuando estalló la Revolución Rusa, momento en el que tuvo graves conflicto con las autoridades, ya que se prohibió toda interpretación de una de sus obras, la Sinfonía Nº 1.

Para preparar este programa, Kalitzke, que llegó cuatro días antes del concierto a Madrid para trabajar con los alumnos de la Sinfonietta, explicó que el primer paso es leer las piezas y que los músicos aprendan su contexto para que no sólo conozcan lo que tienen que aplicar ellos, sino el resto del grupo. “Lleva un tiempo orientarse porque, si has preparado tu parte y las demás personas están tocando la suya, es fácil sentirse completamente confuso y cometer errores”, apuntó.

Una vez superada esa fase, comienza a diferenciar las dinámicas y “los colores de la música”. “En la música contemporánea es necesario hacer una interpretación igual que se hace con la música clásica, el músico y el director tienen que hallar una interpretación controlando la sincronía y las transiciones”, explicó Kalitzke. De esta forma la música es orgánica y se puede comunicar con los espectadores.

Aunque Kalitzke ya había trabajado estas piezas anteriormente, señaló que lo interesante es interpretarlas con distintos grupos. “Es la misma pieza, pero siempre hay una nueva forma de hacer que suene especial”, aseguró. “Hay nuevos instrumentos, nuevos estilos… De este modo, las piezas son siempre nuevas para mí”, concluyó.