En el Auditorio Sony

Segundo concierto de Navidad de la Cátedra de Viola Fundación BBVA de la Escuela Superior de Música Reina Sofía

Carlos Gil

El Auditorio Sony ha acogido este pasado 21 de diciembre el segundo concierto de Navidad de la Cátedra de Viola Fundación BBVA de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, que en esta ocasión protagonizaron los alumnos de la profesora Nobuko Imai. Ya está disponible el vídeo con una selección de las piezas interpretadas en el concierto.

17 diciembre, 2020

Seis jóvenes músicos forman parte de esta sección de la Cátedra de Viola Fundación BBVA, que tiene un marcado carácter internacional: los españoles Cristina Cordero y Álvaro García Ros, la rusa Bella Chich, la polaca Weronika Józefina Dziadek, la surcoreana Hayang Park y el japonés Keigo Suzuki. Al frente, la japonesa Nobuko Imai y la china Wenting Kang, que ejerce como profesora adjunta.

Al igual que la función anterior, esta velada navideña constituye un concierto académico que los alumnos ofrecen en el Auditorio Sony de la Escuela, en presencia de sus profesores. Se combina así la experiencia de actuar en directo y ante el público con el reto de mostrar el resultado del trabajo desarrollado en estos meses. Para minimizar el impacto de las limitaciones de aforo, el concierto se pudo seguir en directo por internet.

Para Cristina Cordero (Madrid, 1998) formarse en la Cátedra de Viola es “un privilegio. Los profesores que tenemos son de un altísimo nivel y trabajamos con ellos semanalmente de manera muy intensa. Además, tenemos muchas oportunidades para hacer conciertos, una fantástica formación de música de cámara, orquestas con directores excepcionales, clases magistrales, compañeros increíblemente talentosos…”. Y habla desde una amplia experiencia, pues esta es su segunda etapa en la Cátedra de Viola: se formó con Diemut Poppen entre 2014 y 2017, terminó sus estudios en la Universidad de Música y Teatro entre 2017 y 2020 y actualmente cursa los estudios de máster con Nobuko Imai, “a quien he seguido y admirado desde que era pequeña”.

En el concierto interpretó la ‘Rapsodia para violín y piano n.º 1’ de Béla Bartók, en arreglo para viola. “Como gran parte de la música de Bartók, está basada en la música folclórica húngara, ya que dedicó su vida a viajar por zonas rurales de Hungría y Rumanía para grabar e investigar la música tradicional. Esta rapsodia está llena de melodías y ritmos folclóricos que la hacen especial y fuera de lo común. Es una obra que ya para el violín entraña grandes dificultades, y poder interpretarla con la viola es un verdadero reto”.

Con seis años, Bella Chich comenzó a tocar el violín y el piano, con trece se incorporó a la Escuela de Música del Conservatorio Chaikovski en Moscú y con diecinueve llegó a la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Bella Chich (Maikop, Rusia, 1996) valora de la Cátedra la combinación de “conocimiento y experiencia” que aporta y resume su pasión por la viola en la peculiaridad de su sonido: “lo siento como mi voz; con ella siempre puedo expresar lo que quiero”.

Entre los momentos que más le han marcado en la Cátedra rescata “un viaje a Tokio con mis colegas y amigos de la Escuela para participar en un concurso de viola. Aprendí mucho, amplié mi repertorio, puse mucho esfuerzo para prepararme… Y una vez allí, no me sentí como en un concurso, porque me di cuenta de que ya se había pasado la etapa más difícil y lo único que quedaba era disfrutar de la música y el trabajo realizado”.

En el concierto tocó “la cadenza de Krzysztof Penderecki para viola sola. Esta obra es muy dramática y al mismo tiempo no es música típica. Penderecki tiene un estilo propio en el que expresa sus emociones. Tales combinaciones de intervalos, segundas menores, séptimas mayores o disminuidas, que se entrelazan entre sí, para mí son una imagen de un nudo que no se puede desatar. En esta cadencia hay claramente un dolor increíble que derriba todo a su paso”.

Álvaro Miguel García Ros (Murcia, 1999) coincide con Chich al realzar las cualidades de la viola: “de ella me fascina lo que catalogaría como su capacidad para cantar las notas, su lirismo, su parecido tímbrico con la voz humana”. En el concierto interpretó una de las voces del quinteto de violas ‘Ant Death Mill’, de Michele Foresi. Esta obra, compuesta en 2020, está inspirada en la espiral de la muerte, un fenómeno por el cual cuando las hormigas pierden el rastro de feromonas comienzan a seguirse a ciegas y en círculo hasta morir de agotamiento. Aunque en su trayectoria acumula un buen número de galardones, Álvaro García Ros valora como un reconocimiento especial el haber sido seleccionado para la Cátedra de Viola: “Un momento que recuerdo perfectamente y que cambió mi vida fue el día de mis audiciones en la Escuela. Era la primera vez que veía en persona a la que actualmente es mi profesora, Nobuko Imai, y estaba muy nervioso antes de salir a tocar. Fue muy bonito para mí y mi familia cuando recibí la carta con los resultados y vimos que me habían escogido para formar parte de la cátedra”.