CONCIERTO
Donne del Seicento
Música vocal de compositoras en la Italia del siglo XVII
Ciclo TEMPORADA DE MÚSICA 2025
31
OCT
2025
TEMPORADA DE MÚSICA 2025
Donne del Seicento
Música vocal de compositoras en la Italia del siglo XVII
31 OCT 2025
PROGRAMA
Lucia Quinciani (c. 1566-fl. 1611)
«Udite, lagrimosi spirti d’Averno» del segundo libro de Affetti amorosi (Venezia, 1611)
Barbara Strozzi (1619-1677)
Serenata con violini: «Hor che Apollo è a Teti in seno» de Arie, op. 8
Marieta Priuli (fl. 1665-67)
Selección de 12 correnti da sonarsi col violino e spinetta
Corrente prima
Corrente duodecima
Corrente quarta
Corrente sesta
Maria Xaveria Peruchona (c. 1652-c. 1709)
Motetto del Signore: «Solvite» de Sacri concerti de motetti a una, due, tre, e quattro voci
Isabella Leonarda (1620-1704)
Sonata prima, op. 16
- Allegro
- Largo
- Adagio
- Aria: Allegro
- Solo
- Vivace
Claudia Sessa (1570-1617)
Dos arias del Canoro pianto di Maria vergine sopra la faccia di Christo estinto
- Sopra gli occhi: «Occhi io vissi di voi»
- Sopra le orecchie: «Vattene pur, lasciva orecchia humana»
Bianca Maria Meda (c. 1665-c. 1700)
«Cari musici» de Mottetti a 1, 2, 3, e 4 voci con violini, e senza
[Duración del concierto: 70 minutos]
INTÉRPRETE
NOTAS AL PROGRAMA
En este programa, viajamos al siglo XVII con siete mujeres extraordinarias que nacieron y crearon en diferentes ciudades de lo que hoy es Italia: algunas desarrollaron su vida y actividad musical dentro de las paredes de conventos; otras buscaron su lugar musical en una sociedad en la que su posición como artistas sería siempre excepcional.
Con una primera parte centrada en la música profana, comenzamos con la bellísima monodia Udite, lagrimosi spirti de Lucia Quinciani, la primera jamás publicada por una mujer. De ella no se conoce nada más que por su presencia en la colección Affetti amorosi, llevada a la luz en 1611 por el compositor veronés Marcantonio Negri, que la presenta como su pupila. En esta colección, Quinciani, su maestro y otros compositores exploran el género novedoso y profundamente expresivo de la monodia acompañada, fenómeno clave del Barroco temprano. Devolviendo la claridad al texto, la voz individual cobra protagonismo tras las complejidades contrapuntísticas de la coralidad renacentista. Sostenida por un bajo continuo como base armónica, la monodia estaba llamada a mover los afectos de los oyentes, inspirada en el canto de Orfeo que, acompañado solamente por su lira, lograba apaciguar a las fieras y convencer a los dioses. Este planteamiento estético, inspirado en la retórica clásica y una reconstrucción idealizada del teatro griego antiguo, fue el fundamento de la seconda pratica, desarrollada por compositores como Giulio Caccini, Jacopo Peri o Claudio Monteverdi. El texto poético que pone en música Lucia Quinciani es un extracto de la obra Il pastor fido del dramaturgo Giovanni Battista Guarini y fue utilizado por varios compositores contemporáneos a ella, como Salomone Rossi, Claudio Saracini o Luca Marenzio, entre otros.
Continuamos con la bellísima Serenata con violini de Barbara Strozzi, la más célebre compositora del Barroco, extraordinaria cantante y personaje interesantísimo para comprender la Venecia musical del Seicento. Strozzi publicó ocho volúmenes de sus obras, la mayor producción de música de carácter profano de la época. Esta pieza de su opus 8 describe expresivamente la desesperanza amorosa de un pastor ante su amada, la cruel Filis, que lo ignora y se ríe de él. Mientras se desarrollaba la ópera en la ciudad de los canales, Strozzi escribe una obra de cámara que contiene la expresividad de una producción operística: las interpelaciones de los violines en los ritornelli, los recitativos que mezclan lo hablado con lo cantado, las partes en ritmo ternario que recuerdan a los madrigales… en esta obra el viaje emocional del pastor usa todos los recursos para hacernos sentir su dolor como nuestro, terminando con un emotivo ostinato de los instrumentos que sirve de despedida final de nuestro protagonista.
El mundo de la danza viene de la mano de cuatro correnti para violín y bajo continuo de la prácticamente desconocida Marieta Morosina Priuli, de la cual solo se sabe la fecha de publicación de sus dos obras instrumentales centradas en la danza: en 1665, Correnti da sonarsi col violino e spinetta, y en 1667, los Balletti e correnti para dos violines, violón y espineta, que desgraciadamente no se conservan completos. Las dos publicaciones de Priuli, ambas de Venecia, son las primeras de música estrictamente instrumental publicadas por una mujer. Cada una de ellas está dedicada a una patrona diferente: a la noble Maria Mancini Colonna, en el caso de estas correnti a violín solo, y la segunda colección, a la emperatriz Leonor Magdalena de Neoburgo, lo cual nos habla de una interesante red de patronazgo del talento femenino por estas influyentes mujeres en el poder.
Continuamos con música sacra de mano de la ursulina Maria Xaveria Peruchona. De origen aristocrático, ingresó con dieciséis años en el Collegio di Sant’Orsola, en su Novara natal. Publicó una sola obra, en Milán en 1675, sus Sacri concerti de motetti a una, due, tre, e quattro voci, del que traemos su motete Solvite, en el que, comenzando por las lágrimas vertidas por Jesucristo, habla de la elección de la vida y la luz que él inspira. En esta colección, Peruchona elige acompañar la voz de soprano solo con dos violines en los dos primeros motetes, mientras que en el resto siempre escribe para diferentes combinaciones de más voces con basso continuo. Es interesante imaginar la rica actividad musical del convento, en el que tantas voces solistas estaban a disposición de las actividades litúrgicas de las religiosas.
La presencia del violín y el conocimiento de sus capacidades expresivas pudo venir de haber llegado al convento donde, ya desde hacía tres décadas, vivía Isabella Leonarda, y desde donde compuso y publicó prolíficamente. La gran compositora lombarda desarrolló desde el collegio su lenguaje musical con un claro conocimiento de las tendencias estéticas del momento; su opus 16, de 1693, llama la atención por ser estrictamente instrumental: once sonatas a trío y una sonata para violín solo. El violín había ido asegurando a lo largo del siglo XVII un protagonismo creciente, así como un lenguaje instrumental propio cada vez más independiente del planteamiento musical centrado en la vocalidad y el texto. En estas sonate da chiesa (de iglesia), Leonarda propone un espacio expresivo para los instrumentos lleno de efectos armónicos audaces, de variedad tímbrica y rítmica y lugares para la improvisación. No queda sino preguntarnos qué hazañas virtuosas pudieron escucharse dentro de los muros de los conventos del Seicento italiano antes de salir publicadas fuera de los mismos para gozo y disfrute del resto de la sociedad. A Leonarda, musa novarese, la compararon en su talento compositivo con la capacidad militar del emperador Leopoldo I, a quien dedicó alguna de sus obras.
De Claudia Sessa, muy célebre en su vida por sus conciertos públicos en su convento, Santa Maria Annunciata (Milán), solo se conservan dos piezas en la colección Canoro pianto di Maria vergine sopra la faccia di Christo estinto, de 1613. Basada en textos del abad Angelo Grillo, en ellas la Virgen María reflexiona sobre la fe y el pecado frente al cadáver de su hijo, inspirándose en diferentes partes de su cuerpo: los ojos, Sopra gli occhi, y las orejas, Sopra le orecchie. Desde el Concilio de Trento, la actividad musical de las monjas de clausura se había visto limitada a los confines de la congregación: aunque sus dos monodias fueron publicadas entre obras de autoría masculina, la voz de Sessa se escuchó solamente en su convento y ni siquiera la reina Margarita de Austria, consorte de Felipe III de España, pudo convencerla para que acudiera a cantar en la corte española.
Terminamos el programa con la también religiosa Bianca Maria Meda, que vivió en clausura en Pavía, en el convento benedictino de San Martino del Leano. Publicó su libro de motetes, Mottetti a 1, 2, 3, e 4 voci con violini, en 1691 en Bolonia, la única obra que ha llegado a nuestros días. Cerramos con el bellísimo Cari musici, para voz de soprano (canto solo) con violines, en el que la voz pide inicialmente silencio a los músicos, para luego darse cuenta de que, en realidad, la música es la mejor manera de celebrar la gloria de Dios. El motete, en el que violines y voz se van turnando en sus intervenciones dejando espacio para largos recitados acompañados solo por el continuo, termina con un juguetón aleluya en el que la voz, los violines y el organo (entendido como el bajo armonizado) se responden entre sí, encontrando una sonoridad común para cerrar este mensaje de exaltación religiosa y musical.
El programa Donne del Seicento se presenta como un pequeño pero revelador muestrario de la presencia, mucho más grande de lo que podamos creer, de la creación musical femenina en el Barroco. Todas estas compositoras crearon obras que muestran un control pleno de los estilos en boga del momento, usando armonías extraordinariamente expresivas y escribiendo para la voz con un profundo conocimiento de sus posibilidades. Thaleia Ensemble desea así iluminar la obra de estas mujeres excepcionales, cuya apasionante vida y pulsión creativa se desarrollaron en un momento histórico único, mostrando una perspectiva femenina del mundo musical que tanto falta en nuestros libros de historia y programaciones de conciertos.
Thaleia Ensemble