Pablo Quintanilla, violín
Adrián Vázquez, viola
Lorenzo Meseguer, violonchelo
ARCHIPIÉLAGO DIGITAL
CONCIERTO
07
NOV
2025
TEMPORADA DE MÚSICA 2025
07 NOV 2025
A finales del siglo XIX, el cuarteto de cuerda en España experimentó un resurgimiento sin precedentes gracias a la influencia de figuras como Jesús de Monasterio y Enrique Fernández Arbós, quienes desempeñaron una labor pedagógica fundamental en el ámbito de la música de cámara. Este impulso se vio reforzado por la creación de sociedades musicales como la Sociedad de Cuartetos de Madrid y la Sociedad de Música Clásica di Camera, que promovieron la difusión del género. Consecuencia de ello fue que compositores consagrados como Tomás Bretón, Ruperto Chapí o Emilio Serrano comenzaron también a cultivar esta forma musical. Esta tendencia continuó con la llamada generación de los maestros, integrada por compositores, pedagogos e intérpretes que dedicaron parte de su catálogo al cuarteto de cuerda, como Joaquín Turina, Julio Gómez y, de manera destacada, Conrado del Campo.
Aunque este renovado interés se extendió por toda la geografía española, se manifestó con especial intensidad en torno al Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, institución en la que muchos de estos músicos ejercieron como docentes. La tradición fue heredada por sus alumnos, entre los que se encuentran miembros del llamado Grupo de los Ocho, colectivo que buscaba renovar el lenguaje musical en España en paralelo a la generación del 27 en literatura, así como María de Pablos, Carmelo Bernaola o Jesús García Leoz, entre otros compositores más jóvenes. En la actualidad, aún existe un gran desconocimiento del patrimonio musical legado por esta generación de autores nacidos a comienzos del siglo XX. Esta situación puede atribuirse a diversas razones: desde circunstancias históricas como la guerra civil española, que interrumpió o truncó las carreras de muchos de estos músicos, algunos de los cuales se vieron forzados al exilio, como Julián Bautista o Salvador Bacarisse, hasta factores prácticos como la dificultad de acceso a las partituras, la escasez de ediciones modernas y la falta de grabaciones que faciliten su estudio e interpretación. A pesar de los esfuerzos realizados en los últimos años por recuperar sus obras, el desconocimiento persiste tanto entre el público general como entre los propios intérpretes, especialmente en lo que respecta al repertorio para cuarteto de cuerda.
El concierto que se presenta esta tarde bajo el título El Grupo de los Ocho y su entorno pretende condensar de este modo, en tres figuras fundamentales, la historia y las diferencias estéticas en torno a la composición musical del cuarteto de cuerda en España, de la mano de compositores que destacaron por su destreza y maestría en las primeras décadas del siglo XX: Fernando Remacha y Julián Bautista como núcleo de esta generación, y la hermandad que creamos para esta ocasión con la obra de María de Pablos, escrita en 1929.
Fernando Remacha
Cuarteto de cuerda
Fernando Remacha compuso su Cuarteto de cuerda en 1924 en Asolo (Italia) durante su estancia becada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Concebido como un ejercicio académico, tiene una fuerte inspiración en la música de Stravinsky y especialmente en su Concertino. Compuesto en tres movimientos de corte neoclásico (rápido-lento-rápido), combina la forma sonata, una genuina expresividad melódica y una energía rítmica heredada del fuerte vínculo con la música de raíz popular y con las nuevas tendencias europeas que cautivaban en esta época a un nutrido número de jóvenes compositores españoles. Aunque compuesto a principios de los años veinte, fue estrenado en 1932 y recibió el Premio Nacional de Música en 1938. Anteriormente, Remacha había recibido este mismo premio por su Cuarteto con piano, ejemplo claro de su lenguaje personal entre la tradición formal y la vanguardia europea. Aunque la copia manuscrita se encuentra en el archivo de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra, es de agradecer la cesión del material por parte del musicólogo y profesor Andrés Vierge.
El compositor navarro es considerado uno de los músicos españoles más destacados de la primera mitad del siglo XX y fue miembro del célebre Grupo de los Ocho. Formado en el Conservatorio de Madrid bajo la tutela de Conrado del Campo y más tarde en Roma con Gian Francesco Malipiero, desarrolló un estilo que combina el rigor académico con una visión abierta hacia las corrientes europeas de su tiempo. A lo largo de su carrera cultivó diversos géneros, desde la música de cámara, donde se encuentran algunas de sus páginas más personales, como sus cuartetos de cuerda, hasta la música sinfónica, coral y la cinematográfica. Tras la guerra civil, sufrió un largo periodo de silencio y dificultades profesionales, aunque posteriormente retomó la composición y la docencia, llegando a fundar y dirigir el Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona.
Julián Bautista
Cuarteto de cuerda n.º 3
Compositor y director de orquesta madrileño, Julián Bautista fue uno de los miembros más destacados del Grupo de los Ocho junto a sus fieles amigos Fernando Remacha y Salvador Bacarisse. Estudió en el Real Conservatorio de Madrid con Conrado del Campo y pronto se vinculó a las corrientes europeas de vanguardia, combinando el rigor de la tradición con una apertura a nuevas estéticas.
Su catálogo abarca música orquestal, de cámara, coral, para el cine y el teatro. Durante la guerra civil participó activamente en Unión Radio junto a Bacarisse y se integró en el Consejo Central de la Música, organismo encargado de coordinar y sostener la vida musical en un momento de enorme dificultad. Esta alineación con la Segunda República condicionó, a la finalización de la contienda, su trayectoria de una forma definitiva: en 1940 se exilió primero en Bruselas y más tarde en Argentina, país donde desarrolló la mayor parte de su carrera. Allí trabajó intensamente en la música cinematográfica: compuso más de cuarenta bandas sonoras sin abandonar la creación de obras de concierto. Asimismo, se dedicó a la pedagogía musical, primero como profesor del Conservatorio Nacional en Buenos Aires y, más tarde, invitado por Pau Casals, como profesor de Composición en el Conservatorio de San Juan de Puerto Rico. Aunque durante décadas su nombre estuvo marcado por el exilio y el olvido, hoy se le reconoce como una de las voces más sólidas y personales de su generación, con un estilo que combina modernidad y claridad formal.
El Cuarteto de cuerda n.º 3 representa la última obra escrita por el compositor y es el único de su género que se conserva en la actualidad, ya que, como señalan diversas fuentes, los dos primeros cuartetos (Premio Nacional de Composición en 1923 y 1926) pudieron perderse durante la contienda española al quedar su casa destruida en 1936. De este último cuarteto se conserva el manuscrito, que se halla en el fondo personal del compositor depositado en la Biblioteca Nacional de España. Gracias a la obtención de una Beca Leonardo de Investigación Científica y Creación Cultural 2024 de la Fundación BBVA por Lorenzo Meseguer, miembro y violonchelista del Cuarteto Seikilos, se ha podido rescatar y editar esta partitura.
Julián Bautista compuso su Tercer cuarteto de cuerda en 1958. La obra, estructurada en cuatro movimientos, fue premiada por la Asociación de Conciertos de Cámara en el Festival Interamericano. Desde el punto de vista técnico y compositivo, esta obra destaca por el uso de estructuras seriales, especialmente en el segundo movimiento, alejándose así de sus primeras composiciones para cuarteto, más cercanas al impresionismo. En este, Bautista emplea una serie dodecafónica derivada de un motivo del primer movimiento. Expone dos series similares con perfil melódico, ejecutadas al unísono por los cuatro instrumentos. Más tarde, las repite en retrogradación invertida. El tercer movimiento es el más oscuro, pero también el de mayor fuerza expresiva. Concluye con un cuarto movimiento tempestuoso, que se nutre de un motor rítmico y dinámico que exprime al máximo la capacidad técnica del cuarteto.
María de Pablos
Sonata romántica para cuarteto de cuerda
Nacida en Segovia, María de Pablos fue una de las primeras mujeres españolas que logró abrirse paso en la composición académica durante el siglo XX. Estudió Piano, Violín y Composición en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, donde fue alumna de maestros como Conrado del Campo y Bartolomé Pérez Casas.
El siguiente paso en la carrera de María de Pablos se produjo en la ciudad de Roma. En el verano de 1928, la compositora ganaba por oposición una plaza por la especialidad de música en la Real Academia de España en Roma. De Pablos fue la primera mujer pensionada por oposición de la historia de esta institución, siendo su predecesor inmediato el compositor Fernando Remacha, también incluido en este programa. A principios de 1930, la joven compositora decidió ampliar fronteras en su formación musical eligiendo París y la École Normale de Musique para reforzar sus conocimientos musicales. En esta institución estudió bajo la tutela de dos de los más importantes músicos y pedagogos de la escuela francesa: Nadia Boulanger y Paul Dukas.
Su catálogo no es extenso, pero resulta significativo por la calidad y la originalidad de sus obras. Escribió piezas para piano, música vocal y de cámara, entre ellas obras corales, y el cuarteto de cuerda, que muestran un lenguaje refinado, abierto a la modernidad y, al mismo tiempo, enraizado en la tradición académica que recibió en Madrid.
La carrera de María de Pablos se vio interrumpida prematuramente: a finales de los años treinta comenzaron los problemas de salud que marcaron el resto de su vida y la alejaron definitivamente de la creación musical. En primer lugar, tuvo que interrumpir la beca y la estancia en Roma que disfrutaba, volviendo a Madrid y reincorporándose al puesto como funcionaria de Correos que había ganado en sus años de estudiante en España. Sus dolencias se acrecentaron y fue ingresada en el Sanatorio Esquerdo de Carabanchel en los años cuarenta, donde permaneció como enferma crónica hasta su muerte en 1990.
De Pablos es un caso genuino dentro de la historia musical de nuestro país, ya que, sin pertenecer al Grupo de los Ocho, su obra se sitúa dentro de los años de mayor floración musical y artística previa a la guerra civil española, la llamada Edad de Plata, alineándose de este modo, aunque no de forma directa con los artistas, sí con los preceptos estéticos de esta generación. El cuarteto Sonata romántica, estrenado en 1929, es un claro ejemplo de una fusión de brillantes ideas temáticas, priorizando la yuxtaposición temática en detrimento de un desarrollo de los materiales utilizados. Aun así, la autora nos brinda la oportunidad de introducirnos en cada uno de los movimientos con una fuerza arrebatadora en un definido y pormenorizado trabajo de la instrumentación, donde cada voz tiene una personalidad y una línea melódica que dibuja de forma equilibrada en sus cuatro voces.