JORNADA AEOS VI Jornadas AEOS-Fundación BBVA

Debate en las VI Jornadas AEOS-Fundación BBVA

Trabajo riguroso, sentido de la anticipación y unidad del sector hicieron posible el retorno pionero de España a los escenarios

Representantes de festivales, orquestas sinfónicas y teatros han analizado en las VI Jornadas AEOS-Fundación BBVA por qué España se ha adelantado a toda Europa en hacer posible que el público vuelva a disfrutar presencialmente de la música. Los agentes del sector no esperaron a que la tormenta amainara: desde el primer día del estado de alarma comenzaron a preparar el regreso y este se hizo gradualmente, combinando prudencia con determinación.

12 noviembre, 2021

Vídeo

Conferencia inaugural

VI Jornadas AEOS-Fundación BBVA

Vídeo Panel 1

Impacto global económico: presente y futuro

VI Jornadas AEOS-Fundación BBVA

Vídeo Panel 2

La era digital en un mundo transformado

VI Jornadas AEOS-Fundación BBVA

Vídeo Panel 3

Educación, diversidad y transformación

VI Jornadas AEOS-Fundación BBVA

Vídeo Panel 4

Notas de viaje: Las giras y la postpandemia

VI Jornadas AEOS-Fundación BBVA

Vídeo Panel 5

¿Por qué España pudo volver rápidamente a los conciertos en vivo?

VI Jornadas AEOS-Fundación BBVA

Noticia

Construir nuevas narrativas ancladas en valores para reforzar el papel de las orquestas en el mundo post-Covid

Noticia

Las Jornadas AEOS-Fundación BBVA analizan el nuevo escenario de la música sinfónica tras la pandemia

Valentina Granados, directora del Festival Internacional Santander, ha destacado el sentido de anticipación que caracterizó al sector. “Si el 14 de marzo de 2020 se decretó el estado de alarma, el 18 ya estaba en marcha la primera convocatoria de la Mesa de las Artes Escénicas para preparar un documento sobre cómo afrontar la vuelta. Llevamos a cabo un trabajo muy intenso pero, sobre todo, con todos los agentes y todos los intereses representados: el milagro de la pandemia ha sido la unidad y un espíritu de colaboración que continúa en el tiempo. Ese trabajo permitió que enseguida tuviéramos protocolos de seguridad para músicos y público, listos para aplicar cuando las condiciones lo permitieran”. ¿El resultado? La mayoría de los festivales de verano se celebraron ya en 2020.

“Las orquestas debíamos al público un paso al frente reivindicando su derecho a volver a disfrutar de la música”, rememora Oriol Roch, director general de Euskadiko Orkestra, la primera sinfónica que volvió a la actividad, con un primer ensayo el 14 de mayo. “Teníamos una sede propia, lo que supone un ambiente más controlado y alcanzamos un acuerdo con ETB para televisar conciertos. Trabajamos acatando en todo momento las decisiones del Comité de Salud y en una relación fluida con los departamentos de Salud y el Gobierno Vasco. El 6 de junio dimos ya entrada a 50 personas en uno de esos conciertos televisados”, añade.

“Desde el primer momento vimos que esto iba a ser un proceso en el que conjugar prudencia y determinación, en una conquista progresiva en la que los teatros debían ser proactivos e implicarse con iniciativas ajustadas a lo que cada fase de la pandemia fuera exigiendo”, relata Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real. Los esfuerzos se multiplicaron para adaptar los espectáculos y “así decidimos mantener ‘La Traviata’ en julio, con 27 representaciones”. Las producciones escénicas originales se adaptaron para garantizar la seguridad de intérpretes y músicos en un ejercicio de imaginación que llega hasta los menores detalles: “En ‘Norma’ el coro tenía que usar mascarilla por la distancia, pero cada una estaba adaptada a la caracterización del personaje y parte del público pensó que no la llevaban”.

¿Qué cambios cabe esperar en el futuro? Granados reconoce que “he renunciado a especular. Cuando acabamos el festival de 2020 todos pensamos que ya estábamos superando la pandemia y el de 2021 se celebró en condiciones casi peores”. Y, en una conclusión que suscribieron los demás ponentes, añade: “Pero, mientras tanto, hemos aprendido a trabajar con más flexibilidad y creatividad, y también con plazos más cortos”.

Plataformas digitales: un universo global… y diferente

La mesa titulada “La era digital en un mundo transformado” proporcionó experiencias para vislumbrar cuál puede ser el futuro de las plataformas digitales en música clásica. Si el ‘streaming’ se convirtió en una de las modalidades estrella para mantener el contacto entre intérpretes y público durante la pandemia, la pregunta que aún no ha obtenido respuesta es cómo pueden las orquestas desarrollar un canal digital que sea útil, rentable y no canibalice los conciertos presenciales.

Soren Mikael, director de Rasmussen Nordic, expuso algunos resultados de una plataforma piloto que su compañía ha desarrollado para la asociación de orquestas de Dinamarca. Grabaron varios conciertos tradicionales y también veladas más dinámicas, con presentador, entrevistas en la alfombra roja, reportajes sobre el teatro donde se desarrollaban, una cámara que seguía a los músicos al final, como si fueran futbolistas que regresan al vestuario… También generaron vídeos de piezas de música más cortas y otros en los que se explicaba la música que se iba a escuchar. Lo testaron con diversos tipos de públicos -más tradicional y más joven, más y menos familiarizado con la música clásica…-  y descubrieron, detalla Mikael, que “las piezas breves son más populares que los conciertos enteros y al público digital le encantan las narrativas: ven mucho las entrevistas o los vídeos que relatan anécdotas. Las introducciones ayudan notablemente a despertar el interés por una música que, en el caso de los más jóvenes, no conocen: les dan, dicen, nuevos ojos y oídos. Los presentadores son algo esencial, porque te llevan a lo largo de la gala. El uso digital es muy diferente al analógico: se pausa y se sigue escuchando o viendo luego, en el lugar y el momento que más te convenga. Y la gente, sobre todo la más joven, está dispuesta a pagar. Pero si eres una orquesta y te quieres incorporar a este tipo de plataformas tienes que estar dispuesto a asumir que entras en un universo completamente distinto”.

John Kieser explicó algunos de los rasgos de la colaboración entre las orquestas e Idagio, la ‘app’ de música clásica creada en 2015 y de la que es director ejecutivo. “Tenemos acuerdos de precios con las orquestas que les compensan en función de cuánto tiempo se escucha su música, medido al segundo. No pedimos exclusividad y les proporcionamos experiencias de éxito para que puedan emular fórmulas que funcionan. Hemos desarrollado políticas de protección de datos que les permiten recibir los correos electrónicos de quienes te ven o te escuchan y así entablar relación con ellos, una base muy interesante para el ‘marketing’. Y, además, les proporcionamos una plataforma que cuenta ya con más de 2,3 millones de descargas de 190 países, una verdadera internacionalización para su música”.

Música para dar voz a los sin voz

“La música no solo tiene un poder terapéutico para poblaciones que han conocido la devastación de la guerra, también les permite expresar cosas imposibles de trasladar en el lenguaje convencional y se convierte en una manera de reivindicar sus derechos”. Así ha resumido Deborah Parker su experiencia en Music and Resilience, un proyecto de colaboración internacional a través de la música que se vuelca con la comunidad palestina refugiada en Libia.

En la mesa sobre “Educación, diversidad y transformación” en la que intervino Parker también participó Andrea Berbegal, directora de Desarrollo de Brass for Africa, una organización que implementa programas comunitarios en Uganda, Ruanda y Liberia para dotar de un futuro mejor, a través de la música, a más de mil niños. “¿Por qué música; por qué no agua, alimentos o pozos?”, se preguntó. “Porque la vida no consiste solo en sobrevivir, sino en crecer como persona y desarrollar todo tu potencial”, dijo citando a la trompetista Alison Balsom. Y añadió: “La música es un lenguaje universal que no distingue entre razas o condición social y permite desarrollar habilidades esenciales para la vida: concentración, resiliencia, perseverancia, confianza en uno mismo, trabajo en equipo, resolución de problemas y, por supuesto, comunicación”.

Juan Guillermo Ocampo, fundador de la Red de Escuelas de Música de Medellín, relató con detalle el nacimiento de esta iniciativa que se convirtió “en un territorio de paz en la que había sido declarada la ciudad más violenta del mundo a causa de la descomposición social y el narcotráfico”. Casi treinta años después, de sus tres orquestas sinfónicas “han salido intérpretes que hoy forman parte de las orquestas más importantes del mundo y otros muchos jóvenes que se dedican a otras profesiones y son personas de bien, responsables y que sirven a la sociedad. Lo importante no es tanto adónde han llegado como de dónde venían. Y todo eso, la materialización de ese poder infinito de la música para cambiar las condiciones más adversas, se logró gracias a un grupo de profesores que, como no sabían que era imposible, lo hicieron”.